¿Se imagina usted la posibilidad de vivir en un mundo sin dinero en efectivo? ¿Sin la necesidad de tener que llevar monedas, billetes e incluso, sin visitar en repetidas oportunidades un cajero automático para sacar un dinero físico que utilizará como pago por bienes o servicios? Parece una ilusión pero cada vez es un hecho al cual los clientes y la banca deberán adaptarse en el futuro.
La industria financiera hace uso de la tecnología persiguiendo diversos objetivos, inicialmente agilizar los sistemas de pagos interbancarios, sustituir parcial o totalmente al efectivo y finalmente reducir la probabilidad de crisis bancarias. Todo lo relacionado con las finanzas ha pasado del offline al online de una manera acelerada. Gracias a los avances de la tecnología, al desarrollo del comercio electrónico y al aumento de los dispositivos móviles, ya está en funcionamiento un sistema paralelo en el que el dinero físico se está digitalizando frente a nosotros.
Estas tendencias se están impulsando en diferentes países alrededor del mundo y en muchas oportunidades han sustituido el dinero en efectivo por distintas formas de pagos que involucran el uso de la tecnología. Sin embargo, aún hay mucho que hacer para lograr un sistema que pueda ser bueno para la industria y para los clientes. Este cambio debe comenzar transformando la cultura de los clientes tradicionales que aún no confían en los pagos virtuales, en este sentido, el sector financiero necesita hacerse confiable y creíble para captar clientes a través de los contenidos que comunican y la experiencia de marca que pueden ofrecer.
Los pagos electrónicos permiten construir un historial transaccional a quienes no tienen una cuenta bancaria. En efecto, la clave de su éxito estará en la confianza que despierte entre los usuarios.
El dinero electrónico es el futuro y se estima que a largo plazo no existirá más el dinero físico en los países. Entre los motivos a favor, destacan la facilidad de fiscalización y orden que permitirá esta “moneda digital” ya que sería más difícil evadir impuestos o crear billetes falsos, además se reducirían costos puesto que el efectivo es más costoso en cuanto a fabricación, almacén y transporte
Un mundo sin dinero en efectivo, administrado por transacciones de pagos virtuales es hacia dónde se dirige la economía y la industria financiera no puede ser ajena a esta realdad.
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