Diana González Fajardo
May 29, 2020
Diana González Fajardo
El Fondo Monetario Internacional comenzó la última edición de su revista “Panorama Económico Mundial”, señalando que todos los pronósticos económicos que había hecho para el 2020 se habían modificado, pues el mundo cambió mucho en tan solo 3 meses a causa del llamado “Gran Confinamiento” o cuarentena por el COVID-19 que ya se identifica como la mayor recesión económica desde la Gran Depresión y ha creado un panorama incierto en la economía mundial.
Cambio de pronóstico
Luego de abril de 2020, los pronósticos de crecimiento económico mundial cayeron a negativo, señalando que el COVID-19 causaría una retracción de la actividad global de -3%, es decir una disminución de 6,3 puntos porcentuales con respecto a los pronósticos de enero de 2020, lo que es una rectificación importante en un período muy corto.
La mayoría de los analistas coinciden en que esta es una crisis sin precedentes, por lo que hay una considerable incertidumbre acerca de su impacto en la vida de las personas y en la economía, pues todo depende del desarrollo del virus que determina la flexibilidad en las medidas de aislamiento social que frenan la economía.
Según los últimos pronósticos del FMI: “suponiendo que la pandemia se disipa en el segundo semestre de 2020 y que las medidas de política adoptadas en todo el mundo sirven para evitar quiebras generalizadas de empresas, cuantiosas pérdidas de empleo y tensiones financieras sistémicas, la proyección es que el crecimiento mundial repuntará a 5,8% en 2021”.
La tecnología puede ser la solución
Ante este panorama incierto, una de las pocas certezas es el auge de los pagos sin contacto y las transacciones monetarias por medios digitales, acelerando así la digitalización de la economía y exigiendo a las empresas contar con una infraestructura digital y presencia en línea para garantizar la continuidad de su operación comercial a pesar de las medidas restrictivas y el creciente temor de las personas por su salud.
Por esto, los expertos recomiendan fortalecer los servicios digitales de las compañías como una estrategia ante esta crisis que ha demostrado que los riesgos a futuro son cada vez más impredecibles y el sector productivo se debe preparar para seguir operando en circunstancias similares a pesar del cierre de los comercios físicos y esto solo es posible con la ayuda de la tecnología.
La gran lección de esta coyuntura debe ser que la mejor cura es la prevención y por esto los expertos aconsejan que a pesar de la incertidumbre del momento, se actúe pensando en el futuro que hoy se puede vislumbrar: un futuro digital.
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La mayoría de organizaciones públicas y privadas de la región consideran estar preparadas para responder a ataques cibernéticos. Sin embargo, se necesita seguir invirtiendo en seguridad digital para estar a la altura de los desafíos del siglo XXI.
La inteligencia artificial está cada vez más inmersa en el mundo en el que vivimos, la banca no es ajena a esta tendencia. La industria financiera necesita implementar este tipo de tecnología para seguir siendo competitiva. La aplicación de IA en apps y servicios bancarios permite aumentar los ingresos mediante una mayor personalización de su portafolio para los clientes, reducir los costos a través de la automatización, margen de error limitado y una mejor utilización de los recursos.
Según un informe de la firma de ciberseguridad Kaspersky sobre la frecuencia de ciberataques en América Latina, entre noviembre de 2018 y noviembre de 2019 se registraron 97 millones de ataques de phishing o correo fraudulento en la región: lo que equivale a 42 ataques por segundo. Estas cifras evidencian la necesidad de invertir en ciberseguridad para garantizar una mejor protección a las operaciones digitales en 2020.
La transformación que vive actualmente el sector financiero está generandoun cambio significativoa nivel mundial. La frecuencia de uso de aplicaciones de pagos digitales ha generado una población bancarizada en Latinoamérica que comienza a diversificarse.
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